El 12 de mayo de 1922 nació en Sáenz Peña el escritor y dramaturgo argentino Marco Denevi. Su irrupción en la literatura fue con su primera novela, Rosaura a las diez, con la que ganó el Premio Kraft en 1955, convirtiéndose rápidamente en un gran éxito, siendo llevada al cine. Dos años más tarde estrenaría su primera obra dramática, Los expedientes, en el Teatro Cervantes de Buenos Aires, obteniendo con ella el Premio Nacional de Teatro. Como narrador también consiguió algunos éxitos, por ejemplo, su cuento Ceremonia secreta ganaría el Premio Life de 1960 que, igual que el anterior, sería adaptado para una película. Así mismo, ejerció el periodismo político y en 1990 fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos y fue nombrado miembro de la Academia Argentina de las Letras.  Denevi falleció el 12 de diciembre de 1998 en Buenos Aires.

“La hormiga” es un cuento corto de este escritor argentino que fue publicado por primera vez en 1953. En él Denevi nos plantea, mediante una alegoría, los peligros de la alienación social y el mito de la verdad impuesta por el poder y sus redes de comunicación, la cual se defiende más por fe que por constatación de que realmente sea cierta. Y es que Denevi creía en el poder de la literatura para poder regenerar la sociedad…

La hormiga

Marco Denevi

Un día las hormigas, pueblo progresista, inventan el vegetal artificial. Es una papilla fría y con sabor a hojalata. Pero al menos las releva de la necesidad de salir fuera de los hormigueros en procura de vegetales naturales. Así se salvan del fuego, del veneno, de las nubes insecticidas. Como el número de las hormigas es una cifra que tiende constantemente a crecer, al cabo de un tiempo hay tantas hormigas bajo tierra que es preciso ampliar los hormigueros. Las galerías se expanden, se entrecruzan, terminan por confundirse en un solo Gran Hormiguero bajo la dirección de una sola Gran Hormiga. Por las dudas, las salidas al exterior son tapiadas a cal y canto. Se suceden las generaciones. Como nunca han franqueado los límites del Gran Hormiguero, incurren en el error de lógica de identificarlo con el Gran Universo. Pero cierta vez una hormiga se extravía por unos corredores en ruinas, distingue una luz lejana, unos destellos, se aproxima y descubre una boca de salida cuya clausura se ha desmoronado. Con el corazón palpitante, la hormiga sale a la superficie de la tierra. Ve una mañana. Ve un jardín. Ve tallos, hojas, yemas, brotes, pétalos, estambres, rocío. Ve una rosa amarilla. Todos sus instintos despiertan bruscamente. Se abalanza sobre las plantas y empieza a talar, a cortar y a comer. Se da un atracón. Después, relamiéndose, decide volver al Gran Hormiguero con la noticia. Busca a sus hermanas, trata de explicarles lo que ha visto, grita: “Arriba… luz… jardín… hojas… verde… flores…” Las demás hormigas no comprenden una sola palabra de aquel lenguaje delirante, creen que la hormiga ha enloquecido y la matan.

(Escrito por Pavel Vodnik un día antes de suicidarse. El texto de la fábula apareció en el número 12 de la revista Szpilki y le valió a su director, Jerzy Kott, una multa de cien znacks.)

FIN

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