PARTE I
02:19 horas del viernes 12 de julio de 2014
El usuario Payasofeliz de twitter con más de 5.000 seguidores escribe el siguiente comentario en su cuenta:
«¿Y tú a qué le tienes miedo?»
02:23 horas
El usuario Jaimettellez responde:
«A los payasos felices»
02.27 horas
El usuario Leilacenroma responde:
«A la oscuridad»
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A las 3:00 horas, el comentario tiene más de 100 respuestas.
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5:00 horas
El usuario Lucaslorca responde:
«A nada»
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5:02 horas
El usuario Rakelconkdeki responde:
«Al fuego»
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Pasadas las 6:00 de la madrugada la pregunta ya ha sido respondida por más de 200 usuarios.
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6:34 horas
El usuario Marcosrommes responde:
«A las alturas»
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6:47 horas
El usuario Patriluxeses responde:
«A los animales grandes»
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300 usuarios han respondido a la pregunta a las 10 de la mañana.
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11:34 horas
El usuario Teotebecedee responde:
«El miedo no existe»
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11:56 horas
El usuario Almaviolette responde:
«A quedarme sola»
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12:12 horas
El usuario Vincenntt189 responde
«Al silencio»
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A las 13:00 de la tarde el comentario tiene casi 1000 respuestas.
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13:23 horas
El usuario Nikelodelone responde
«A lo que no podemos saber»
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13:24 horas
El usuario Noasilittlex responde
«A ser incomprendida»
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13:26 horas
El usuario Aandrearolex responde
«Al propio miedo»
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Finalmente, 12 horas más tarde de la publicación de la pregunta son más de 1400 personas las que han respondido.
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Sábado 13 de Julio de 2014.
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A primera hora de la mañana un joven de 18 años llamado Jaime desaparece en el trayecto del trabajo a casa en Barcelona.
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Pocas horas después, en Lleida, una joven de 20 años llamada Leila desaparece en un centro comercial donde pasaba la mañana con sus amigas.
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Lucas, un adolescente de 16 años, es visto por última vez en los recreativos de Zaragoza alrededor del medio día.
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Raquel, 18 años, de Pamplona, desaparece en el jardín de casa de sus abuelos.
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En Santillana del Mar, Cantabria, Marcos de tan sólo 13 años es visto por última vez al rededor de las 5 de la tarde.
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Patricia, 22 años, desaparecida en Alcobendas alrededor de las 6 de la tarde.
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Teo y su melliza Alma, de 17 años, no están en casa a las 7, cuando su madre llega.
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Vincent, de Alcalá del Júcar, 19 años. No responde a sus llamadas en todo el día.
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Nando, de Valencia, 23 años, sale del Gimnasio aproximadamente a las 7 de la tarde para hacer una llamada. No vuelve a entrar.
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Noa y Andrea, 24 años, están en la playa de Alicante la última vez que se sabe de ellas.
Domingo 00.00 horas de la noche.
Cuando Andrea abre sus ojos no recuerda absolutamente nada. Un montón de cuchillos se clavan en su cabeza al intentar alzarse. Entorna los ojos, intentando fijar su visión en algún punto. Todo está borroso. Por mucho que lo intenta no logra entender dónde está. Lo último que recuerda es la playa y a Noa. «¿Qué ha pasado?» Piensa. No encuentra respuesta. Oye lejanos movimientos, susurros que vienen de alguna parte. Cierra los ojos y vuelve a abrirlos. «Ahora mejor». Está tirada en el suelo de lo que parecen unos antiguos almacenes. Hay más personas ahí. Puede ver sus sombras moviéndose a lo lejos. Poco a poco se va incorporando. A su izquierda está Noa, tendida en el suelo, con los ojos muy abiertos y mirando a la nada.
-Noa… Noa… ¿Estás bien? -dice observándola aterrorizada.
-¿Do-dónde estamos Andrea? – su mirada sigue perdida.
-No, no lo sé… -busca con la mirada a su alrededor, intentando encontrar algo que le resulte familiar. Nada.
Ayuda a levantar a su amiga, rogando porque no caigan al suelo de nuevo. Cuando por fin lo consigue, vuelve a echar un vistazo a la sala. Paredes rojas, altos techos y un montón de columnas de hierro. Mira al resto de chicos, parecen tan confundidos como ellas. Una chica se percata de su mirada y se acerca, le abraza y sin mediar palabra se va.
-¿Qué co-co*o está pasando aquí? – pregunta a la nada.
-¿Conoces a alguien? – Noa parece haber vuelto en sí.
-A nadie, creo. ¿Y tú? – Ve como la chica enfoca su vista.
-Tampoco.
En una de las esquinas un chico consuela a una chica que llora. Dos más se encuentran tirados en suelo, aún sin despertar. Detrás de una de las columnas se esconde un niño que no parece tener más de 13 años. De pronto una chica empieza a chillar y a taparse la cabeza. Alguien corre hacia ella.
-Tenemos que salir de aquí – dice observando las paredes. No hay ni una sola puerta o ventana.
-¿Cómo? – pregunta Noa buscando, en vano como ella, una posible salida.
-No tengo ni idea.
Y cómo si alguien estuviese esperando esa pregunta lógica una potente y clara voz inunda la sala.
-Tenéis 12 horas para averiguar por qué estáis aquí. Cada hora en punto, y hasta que lo averigüéis alguien morirá y alguien será torturado. Os vemos.
Mira a Noa sin dar crédito. Si esto es una pesadilla, es la peor que ha tenido jamás. Su amiga parece estar en shock, ni tan si quiera parpadea. Los demás chicos empiezan todos a hablar muy alto y deprisa, algunos creen que es una broma pesada, otros ya están empezando a pensar. “Concéntrate, concéntrate” Se ruega a sí misma. Pero es imposible, el silencio casi absoluto que sólo había sido roto por los gritos de la chica se ha convertido ahora en un sin fin de conversaciones agitadas.
-¿OS PODÉIS CALLAR DE UNA MALDITA VEZ? -Grita enfurecida. Todos parecen responder a su orden. El silencio vuelve a reinar en la sala. Toma un par de respiraciones y habla – No sé qué cojones está pasando aquí, qué hacemos aquí o si ese tío tenía razón – la escuchan – Pero lo que está claro, es que no pienso jugármela y me da igual si algunos pensáis que es una broma. Sea como sea, estamos aquí encerrados con una única amenaza – vuelve a buscar una posible escapatoria cuando repara en varias pequeñas cámaras y altavoces situados en el techo de la sala. -¿Qué hacemos? – pregunta un chico alto y fornido. -Tenemos que recabar información de nosotros mismos y comparar – dice la única chica rubia que se encuentra allí. Al cabo de unos veinte minutos todos coinciden en que no tienen nada en común, ni la procedencia, ni la edad, ni una afición, ni sus gustos musicales, ni tan si quiera los oficios de sus padres. Nada relativamente importante. Durante todo el tiempo van hablando de sí mismos esperando aportar un dato que encaje en el puzle. Al final de la primera media hora vuelve a hacerse el silencio. -Esto es una joda locura, de verdad – dice un chico no muy mayor, el que consolaba a la otra chica.
El niño que se escondía detrás de las columnas llora. La chica que gritaba tiene un semblante parecido al de alguien que está a punto de vomitar.
-¿Cómo sabemos cuánto tiempo ha pasado? – pregunta Noa.
Nadie tiene relojes u objetos personales. Tampoco hay ningún marcador allí. No hay forma de saberlo. “No hay forma de saber nada” piensa frustrada. Todo el mundo empieza a impacientarse y otra vez surgen las teorías acerca de la veracidad de lo que está sucediendo. Faltan diez minutos para la 01:00 de la madrugada y no tienen nada.
Cuando percibe que se acerca el momento su corazón empieza a bombear a un ritmo acelerado, le sudan las manos, respira bocanadas de aire sofocada por el miedo. En un vistazo rápido se da cuenta de que casi todos están igual, un par continúan impávidos e incrédulos.
01:00 de la madrugada.
Un gong retumba en la sala y la voz metálica y distorsionada que antes han escuchado habla casi al segundo en que se cumple la hora establecida.
-No habéis resuelto nada, ni tan si quiera lo habéis intentado en serio. Mis espectadores han decidido quién debe morir y quién será torturado… espero que compartáis su decisión.
Cree que el corazón se le va a salir de la boca, “esto es demasiado”, empieza a fatigarse y marearse debido a la mala respiración provocada por la tensión. Su mirada busca a Noa, quien está al otro lado del círculo. Pasan unos minutos mientras todos permanecen en silencio.
-Os lo dij….
Trata de decir uno de los escépticos chicos. Pero tan pronto como empieza a hablar se escucha una pequeña explosión y el niño pequeño cae al suelo, todos lo observan y se lanzan sobre él. Tiene los ojos abiertos pero sin vida.“¿Qué está pasando?”. Su cuerpo se sacude por el miedo. Busca en el resto del grupo algún gesto de dolor justo cuando la chica que antes gritaba cae al suelo emitiendo un grito áspero y chirriante, empieza a patalear, grita más y más, entre dos chicos intentan contenerla pero es imposible, cada segundo el dolor parece ser peor, grita y grita, hasta que de pronto cae desmayada.
-Esto no está pasando, no está pasando – dice la chica rubia.
-Calmémonos – dice uno de los chicos más mayores – ¿Es…está muerto de verdad? – dice mientras se acerca para tomarle el pulso – Nada.
-¿Cómo ha ocurrido? – pregunta alguien desde el fondo
De pronto Andrea ve algo que al resto se le ha pasado, una fina línea de sangre sale de su oído. Se acerca para comprobar y señala para que todos lo vean. Es entonces cuando repara en que además, tiene una pequeña herida, sin curar, en la cabeza, unos centímetros por encima del oído. Justo en el lugar dónde más le duele a ella. Inconscientemente lleva su mano hasta ese punto en su cabeza y ahí está, un pequeño bulto que al tacto parece aún húmedo y supurante.
-Nos han puesto algo en la cabeza – dice al fin mientras las piernas le empiezan a temblar de nuevo.
Todos en la sala buscan sus heridas, sus expresiones cambian. En sus ojos se puede ver el paso desde la incertidumbre hacia el miedo. Andrea no puede más, así que se deja caer al suelo, intentando respirar, pero no puede. “¿Van a morir entonces?”.
-¿Moriremos todos si no encontramos la solución? – pregunta Noa, quien al parecer tiene el mismo pensamiento que ella.
-No si la encontramos – dice el chico que consolaba a la otra chica. No la ha soltado en ningún momento. – No dejaré que te pase nada, lo prometo – le dice a la chica mientras le da un beso en la frente.
-Pues tenemos menos de una hora para averiguar qué está pasando o alguien morirá y alguien… -todos miran a la chica inconsciente.
Andrea sigue pensando en algo, algo que no logra entender. La voz ha dicho “os vemos” y después “mis espectadores han decidido”.
-Por el momento – dice resignada – sabemos que nos observan – señala a las cámaras – y que esto es algo tipo reallity show – todos vuelven a escucharla – Y también sabemos que va en serio, que no es una broma.
-Ya, pero no es eso lo que debemos averiguar – dice el chico fornido. – Lo que debemos averiguar es el por qué.
-Lo sé, lo sé… – dice – pero debe de haber alguna… macabra conexión. ¿No? – “Tenéis 12 horas…” recuerda. Cuenta uno por uno a todos los chicos – Tenemos 12 horas y somos…éramos 12. ¿Alguien tiene en su vida alguna relación con ese número?
Empiezan a pensar, sólo los chicos abrazados, que han resultado ser mellizos, nacieron el día 12… y otro chico, uno pelirrojo y pecoso en el que no había reparado, vive en el número 12. Nada más. “Esto es estúpido”
-¿Y los nombres? Quizá los nombres… tengan 12 letras – pregunta el fornido.
-El mío sólo tiene 3 – dice Noa negando. – Y preferiría no saber vuestros nombres… si vamos a morir, cuanto menos sepamos, mejor…
-Cuanto menos sepamos, más atascados estamos – dice Andrea algo molesta.
Pasan los minutos, todos dan ideas, pero ninguna es buena, nadie tiene ninguna pista. Nada que les aleje de una inminente muerte. Recuerdan lo que han hecho en los últimos días, tampoco encaja. Dónde han estado. “No sirve para nada”
-¿Y si hicimos algo malo y esto es una venganza? – dice el pecoso algo preocupado. – Hace un par de meses atropellé sin querer a un borracho, no recuerdo el día , pudo ser un 12… ¿Puede ser?
-No lo creo – responde la rubia. – Yo no recuerdo haber hecho nada malo…
Sin que ellos lo sepan con exactitud el reloj ha marcado la 01:45 de la madrugada. Intuyen el paso del tiempo, pero cada vez los minutos son más largos y agoniosos. A medida que pasan los minutos el ambiente vuelve a caer en un inmutable silencio. Andrea abraza a Noa por la espalda, ambas están apoyadas en la pared de ladrillos rojos. Los gemelos, a lo lejos, están en una posición muy similar. El resto deambula por ahí. La chica rubia, tirada en el suelo, trata de regular su respiración. El corazón de Andrea vuelve a latir fuerte, agarra de la mano a Noa, quien tiene la cabeza metida entre las piernas. Otra vez siente que se marea, que le va a estallar la cabeza.
02:00 de la madrugada.
El gong vuelve a llenar el silencio. Todos se miran angustiados, sin poder dejar de pensar “¿Quién será el siguiente?” La chica desmayada vuelve en sí para sólo taparse los oídos, continúa postrada, temerosa de que al moverse vuelva el dolor.
-Estoy muy disgustado con vosotros, pensé que seríais más inteligentes. Una hora más, uno menos una más.
Andrea siente la muerte en su espalda. “No quiero, no quiero morir”. Sin previo aviso la chica anteriormente torturada se levanta del suelo y empieza a vomitar al tiempo que un “crack” suena en la sala y el mellizo cae al suelo, muerto. Su hermana sale corriendo hacia él con la cara blanca. Y aun que se siente mal por el chico, suspira medio aliviada. Las miradas siguen de unos a otros, “¿A quién le tocará sufrir ahora?” De pronto, la mano de Noa se aprieta contra la suya y un grito emerge de su garganta, tiene los ojos en blanco. “No, no, no, tú no, por favor.” Empieza a gritar y patalear más fuerte, del mismo modo que hizo la anterior chica, hasta que cae también inconsciente. A Andrea se le escapan las lágrimas, abraza al cuerpo inmóvil de su amiga. “Respira, respira” se ordena, y lo hace .“Muy bien, ahora haz lo que sea para sacaros a las dos de este pu*o lugar”
02:10 de la madrugada
El comisario Rodríguez, de la comisaría del distrito del Retiro de Madrid acaba de ver morir a su hijo Teo, en directo, desde la pantalla de su ordenador. Mientras Alma, su otra hija, acaricia a su hermano el sólo puede llorar delante de la pantalla. Alrededor de la una y media de la madrugada le llegaron un montón de avisos, de una página web, donde 12 chicos estaban apareciendo en directo, y donde uno había muerto. Sigue llorando desconsoladamente cuando el inspector jefe entra.
-Señor, lo siento, pero no podemos encontrar la señal – dice. – Sea quien sea quien está haciendo esto, lo tiene muy bien preparado.
-¡Váyase usted a la MI***A García! – dice colérico – Mi hijo… ¡MI HIJO HA MUERTO POR VUESTRA MALDITA INCOMPETENCIA!

PARTE II
02:25 de la madrugada
Andrea trata de encontrar una maldita lógica a todo ese sinsentido. Mientras, algunos chicos han apartado los dos cadáveres dejándolos en una de las esquinas más alejadas. “¿Quién será el próximo en acabar ahí?” Sigue agarrando la mano de su amiga con fuerza “No nosotras, no nosotras” se repite incesantemente mientras escucha conversaciones de aquí y de allá…
– ¿Y si simplemente no tenemos nada en común y es precisamente eso? -pregunta una de las chicas.
– No, debe de haber algo… algo que nos una. Algo con el número doce, estoy seguro -responde el chico fornido.
La chica melliza está blanca, no ha dicho palabra desde entonces. Al igual que Andrea “Así no estás ayudando en nada”
– Estoy de acuerdo con él, aun que no lo sepamos, ese número tiene alguna maldita conexión con nosotros. Una no demasiado obvia pero que pueda ser descubierta por un sociopata aburrido… -dice al fin.
– ¿Te están mirando un montón de locos grillados que votan por acabar con nosotros y le llamas sociopata? -pregunta la chica rubia.
– Desde luego debes de tener alguna neurona fundida para llamarles locos grillados y echarme a mi en cara que le llame sociopata, veo que el mito de que las rubias son tontas es cierto -responde algo alterada, todo aquello está empezando a hacer que pierda los papeles.
La chica se le lanza encima y empieza a arañarle con sus largas y perfectas uñas “maldita pija” . Entre varios consiguen quitarla de encima de Andrea.
– Espero que seas la siguiente, estúpida. -dice la chica.
– ¡Que te den! -responde Andrea tocándose la cara y notando varios arañazos profundos.
Noa, que se ha despertado en el transcurso de la pelea, se pone en píe con dificultad y abraza desde atrás a su amiga.
– Andrea, así no consigues nada, eres más lista que todo esto -trata de relajarla.
02:45 de la madrugada
El inspector jefe García irrumpe en el despacho del comisario Rodríguez con ímpetu.
– Tenemos algo. Sabemos que están en algún punto de los montes de Toledo, entre Navahermosa y Orgaz, son más de 60 kilómetros cuadrados, pero hemos enviado varias divisiones en su búsqueda. Creemos que podremos encontrarlos en un par de horas.
– Eso son dos muertes y dos torturas más ¡LLAME A TODAS LAS COMISARÍAS DE LA COMUNIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA SI ES NECESARIO!
– Señor, todo el mundo que está al tanto está buscando el recinto en la zona acotada…
Ambos se quedan mirando la pantalla del ordenador. Desde que recibiera la información el comisario Rodríguez no le ha quitado un ojo de encima. Los chicos están alterados, dos chicas acaban de pelearse y no están encontrando nada que les relacione entre si.
– Señor, ¿cree usted que encontraran un nexo en común y de ser así que les soltará?
– No, no lo creo… -responde el comisario con voz apagada y cansada.
En el monitor, su hija sigue blanca, aterrorizada y él se odia a si mismo recordando la última vez que les vio. Estaba enfadado con ellos y les obligó a ir a pedir perdón a la mujer a la que le habían roto un cristal mientras jugaban, si no hubieran salido de casa, esto no habría pasado.
02:50 de la madrugada.
Noa ha tenido una buena idea y entre varios tratan de averiguar si les puede llevar a algún sitio.
– Si es algo difícil de encontrar pero fácil de conocer por los demás, por cualquiera… debe ser algo relacionado con la web… Ahí todos contamos nuestra vida sin apenas darnos cuenta.
– No es posible, yo jamás hablo sobre mi misma… -admite la melliza- Y… mi hermano, apenas usaba el ordenador, si incluso era yo quien a veces le robaba las cuentas de sus redes sociales… – empieza a llorar otra vez muy angustiada.
El reloj avanza y ellos vuelven a sentir la presión de los minutos cayendo y acercándoles de nuevo a una muerte inminente. El silencio, como cada vez que saben que llega el momento reina en el lugar. Las miradas angustiosas van de unos a otros y Andrea siente que ha llegado su momento “¿Por qué tuve que pelearme con la chica esa, jo**r?” Se acerca a Noa y la abraza fuerte cerrando los ojos y tratando de hacerle ver así, cuanto la quiere. Una fina lágrima surca sus mejillas. Intuye que va a morir. El corazón se le acelera como nunca. Pero no quiere dar muestras de miedo, no lo hará.
03:00 de la madrugada.
Nuevamente el gong retumba en la sala precedido por esa voz que Andrea tanto aborrece.
“Finalmente, estáis empezando a actuar, a acercaros, pero no es suficiente. Habéis tenido una hora y seguís preocupándoos más de vosotros mismos y de vuestro orgullo que tratando de encontrar una solución”
El crack que anuncia una muerte llega incluso antes de que Andrea pueda decirle adiós a Noa, la chica rubia cae al suelo y Andrea confirma sus peores temores “Soy la siguiente. Tengo o bien, unos minutos antes de caer torturada o una hora para poder despedirme” La gente a su al rededor ya ni se inmuta al ver a la chica caer, cogen su cuerpo y lo llevan junto a los otros dos.
Justo cuando están dejando el cadáver, en la otra punta de la sala un chico bastante guapo y el cual había pasado la mayor parte del tiempo dando la razón al fornido, empieza a gritar, sus gritos son diferentes a los dos anteriores. No parecen gritos de dolor, son gritos de terror.
– Déjame, déjame en paz, sal de mi cabeza -brama el chico- No, a ellos no ¡A ELLOS NO!
Todos le miran sin comprender nada, más asustados si cabe. Andrea, por inercia se acerca hasta él y trata de amarrarlo sujetándolo por los hombros, tratando de que no tiemble. El chico fornido reacciona después de ella y trata de ayudarla, le agarra por la espalda y le inmoviliza.
– PARA, PARA, PARA -grita desesperado- ESTÁ BIEN, TIENES RAZÓN…. TIENES RAZ… -su cuerpo tiembla un último instante y se sume en la inconsciencia. Con cuidado el chico fornido lo tumba en el suelo, mirando asustado al resto de sus compañeros.
– ¿Qué ha sido eso? -pregunta con los ojos medio encharcados en lágrimas. Es la primera vez que se le ve así.
– Es… cuando te entran los espasmos, sientes dolor, pero algo aparece en tu mente… algo extraño -dice la primera chica torturada, apenas ha hablado desde entonces.
– Como si algo te invadiese, no puedo recordarlo bien -añade Noa frotándose la sien.
03:10 de la madrugada
Suena el teléfono en el despacho del comisario, le informan de que han peinado una de las posibles zonas y que no han encontrado nada.
– Nada…-dice mirando a García mientras cuelga.
– ¿No deberíamos ir hasta allí? ¿Qué bien le hace estar pegado al monitor sin poder hacer nada? -pregunta tratando de alejarle de ser espectador de lujo, de la muy posible muerte de su hija.
Lo medita durante un largo rato, tiene que salvar a su hija, quedarse ahí no sirve de nada. ¿Pero quiere acaso enterarse de que su hija a muerto por un walkie-talkie? Coge su tableta electrónica y enciende el canal web donde todo están sintonizando. Se pone su chaqueta del uniforme y coge dos pistolas de mano.
– Si los encontramos, dios me salve de perder mi puesto de empleo -dice mientras las carga y prepara para descargar.
03:15 de la madrugada
– ¿Entonces no es todo físico? -pregunta Andrea a quien le sudan las manos de puro terror.
– No, hay algo más… no sabría decirte -le responde la otra chica torturada- Sea lo que sea, prefiero morir a volver a pasar por ahí.
Inconscientemente Andrea mira a Noa quien silenciosamente hace un gesto con su cabeza de afirmación.
– ¿Pero que mierda pasa aquí, joder? – grita exasperada.
– ¿Alguno ha pensado que quizá esto tenga que ver con nosotros mismos y no con nada del exterior? -pregunta un chico que ha estado relativamente callado hasta ese momento mientras se sienta al lado de Andrea- si está usando la psicología con nosotros, no creo que sea un asesino sin más. ¿No?
– ¿Pero que clase de psicología está usando? ¿De dónde sacas eso? -pregunta el fornido- Sólo han dicho que es como si algo se metiese en sus cabezas…
– Sus gritos… -deja caer las palabras- no son de dolor, son de terror…
– Estoy de acuerdo -responde Andrea al segundo- ¿Entonces estamos aquí por quienes somos? ¿Descartamos la teoría del número doce y la de las redes?
– No tiene por qué, todo puede estar relacionado… -le responde mirando a un punto fijo en el otro lado de la sala.
Los pensamientos de Andrea son como una madeja de hilo enredado. Sabe que hay una solución y cuanto más se centra en deshacer uno de los nudos, más crea en el camino. “Es imposible.”
03:35 de la madrugada.
En una sala monitorizada, contigua al recinto donde los jóvenes se encuentran, un sensor empieza a pitar alertando al único presente. Es un hombre de mediana edad, tiene parte del rostro desfigurado, sus manos también parecen estar algo demacradas. Todo parece indicar que son quemaduras cicatrizadas.
El hombre se dirige al sensor y lo apaga, teclea unos algo en un ordenador cercano y en pantalla aparece un radar de la zona, a escasos quinientos metros un par de luces parpadean en dirección al centro del mapa. Mira hacia arriba sonriendo y sin inmutarse vuelve a centrar toda su atención en las pantallas.
03.40 de la madrugada.
El comisario deambula por el linde de un gran bosque de pinos y zarzas. Ahí dentro sólo debe haber maleza y animales carroñeros, piensa.
– La policia nacional, el ejercito de tierra e incluso los bomberos han peinado más de la mitad de la zona. Este bosque no es ni tan si quiera una de las zonas primeras a tener en consideración. La señal es débil aquí. Y según la señal satélite ahí dentro no hay ni un solo edificio, menos uno capaz de albergar el tipo de instalaciones que estamos buscando.
– Lo sé, lo sé, sólo trataba de poner en orden mis ideas…. -suspira acongojado mientras echa un nuevo vistazo al reloj. No quiere perderse ni un sólo detalle de las horas en punto.
03:45 de la madrugada.
Esta vez están tan metidos en sus propias teorías que no se reparan en el tiempo que ha pasado desde la última muerte. El chico que ha sido torturado lleva unos cinco minutos despierto, con la mirada perdida y, al igual que las dos anteriores, sólo puede decir que es como si algo se metiese en su cabeza. Coincide en que es algo aterrador lo que le ha pasado por la mente. Pero no sabe el qué.
Una chica pecosa, se ha sentado al lado de ellas también “¿Por qué todos tienen que sentarse cerca de nosotras?” Se pregunta un poco molesta.
– Creo que creen que has ganado la guerra contra la rubia y que a tu lado pueden mantenerse vivos por mas tiempo -le susurra Noa al oído mientras el fornido y la gemela debaten acerca de las posibilidades de que el número doce no sea más que una herramienta para despistar. Asiente tragando saliva “Maldita sea, más presión para mí” cierra los ojos un segundo y cuando los abre ve como uno de los chicos, que no ha mediado palabra hasta entonces, sólo se ha limitado a asentir, se sienta también en el pequeño grupo de sus fieles devotos.
– ¿Tú que opinas? -le dice mirándole intrigada- El chico se limita a encogerse de hombros y suspirar. No da ninguna respuesta.
– Opino igual que él… -responde la melliza, por primera vez en largo rato parece reaccionar ante algo. Nadie la culpa.
– Creo que sería mucho más conveniente si todos diéramos nuestra maldita opinión ¿Sabéis? -espeta el fornido- Entiendo que muchos estéis en shock, pero o trabajamos en equipo o no vamos a conseguir absolutamente nada…
– Opino… -el chico silencioso habla con una voz mucho más grabe de la que cabía esperar- que somos como juguetes a merced de un tío que o bien está muy loco, o bien está muy cabreado. O ambas cosas…
Andrea se detiene a analizar ese pensamiento. Mientras se han parado a buscar una explicación pensando en sí mismos, no han probado en pensar en qué motivaciones pueden llevar a alguien ha realizar tan macabrosidad…
– ¿Y si el por qué está relacionado también con él? – dice para si- ¿Y si el motivo de su cabreo o locura tiene que ver con noso…
El ya conocido gong detiene el hilo de sus pensamientos. “¿Ya ha pasado una hora?” Todos parecen tan sorprendidos como ella. El silencio rotundo se extiende entre ellos. Podría escucharse un alfiler chocando contra el suelo. Andrea cierra los ojos preparada para escuchar la voz metalizada.
“Bien, bien, queridos míos. Vais comprendiendo el objetivo de todo esto. Pero seguís lejos…”
La voz, aun que distorsionada, parecía turbada, más alerta que antes. Una extraña idea le pasa por la mente a Andrea “Está asustado”. No tiene tiempo de darle más vueltas a esa idea. El clack que viene exactamente de su derecha, del lugar que ocupa el chico silencioso. Su cuerpo se vence hacia delante y su cabeza choca contra sus piernas. La sangre que brota de su oído mancha sus pantalones. Mira a su al rededor, pero antes de que puedan ayudarle a quitárselo de encima el fornido empieza a temblar y a chillar y a retorcerse. Sus ojos se quedan en blanco dándole un aspecto totalmente atemorizante. Entre varias de las incoherencias que grita, Andrea capta una palabra “payaso”.

PARTE III
4:20 h de la madrugada.
“Esto es una locura, un sinsentido, no está pasando” se repite una y otra vez Andrea mientras abrazada a sus rodillas, se balancea adelante y atrás. Los ánimos en general están más crispados que en ningún momento, ya nadie intenta luchar contra la situación, las esperanzas se han visto desvanecidas.
-Quedamos ocho… -dice Noa tratando de alentarles- Aún podemos conseguirlo, aún podemos obtener datos…
-No, no podemos -responde la melliza quien no deja de mirar la pila de sus compañeros asesinados- Dudo mucho que en ningún momento hayamos tenido la posibilidad de poder… ¡Nos han traído aquí como si de cerdos en el matadero se tratase!
-Estoy con ella…-Andrea, quien al principio no había desfallecido en el propósito en ningún momento niega con la cabeza una y otra vez- No tenemos nada que hacer…
El chico guapo, el penúltimo en ser torturado, sin previo aviso, se levanta y se queda mirando a una de las chicas y uno de los chicos, ambos bastante pecosos y con un color anaranjado de pelo parecido.
-Vosotros, vosotros os parecéis un montón -ladea la cabeza entornando los ojos y se acerca a ellos- Casi podría jurar que sois hermanos…
-Bu…bueno -la chica mira al que le señala asintiendo con la cabeza- Yo… yo nunca conocí a mi padre… ¿De dónde has dicho que eras? -le pregunta bajo la atenta mirada de todo el grupo.
-Barcelona…
-Sí, podría ser -dice ella como toda respuesta, cosa que parece cabrear muchísimo al chico guapo.
-¿COMO QUE “SÍ, PUEDE SER? -da un paso hacia ella visiblemente tenso.
Andrea en un impulso se lanza sobre él, apartándolo de la chica, rodeando su cara con sus manos.
-Eh…eh… relájate, ¿No quieres morir antes de la cuenta, verdad?
-¿Qué más da hacerlo antes o después? – susurra él con la mirada puesta en sus pies. Entonces lo comprende, entonces Andrea tiene la real certeza de que no puede, ni debe, perder el ánimo.
-Aún podemos salir de aquí -responde sin soltar su cara- Eh, mírame! Podemos hacerlo…
Sin previo aviso el chico la rodea con sus brazos, su respiración es entrecortada y su corazón, el cual siente casi como el suyo por su frenético ritmo, parece pedir a gritos que alguien le salve. Al separarse, el chico la mira.
-He escuchado tu nombre, Andrea. -le tiende la mano- Soy Lucas.
-Un placer, pero quizá tengan razón y no debamos decirnos los nombres -frunce el ceño mirando hacia el techo.
-Has dicho que podemos hacerlo. ¿No? -sonríe de lado, la verdad es que, en cualquier otro caso, Andrea se habría fijado en ese chico sin dudarlo. “Una pena”, piensa- Venga, me has hecho creer, no me digas que ahora eres tú quien no lo hace.
En un vano intento sonríe mientras vuelve al grupo, sentándose al lado de Noa de nuevo y Lucas se sienta a su lado, agarrando su mano, en silencio. “Oh dios ¿Por qué me haces esto?”, bufa por lo bajo y entonces intenta mentalizarse de que todos, salvo ella y los mellizos, están solos allí, quizá sólo necesite abandonar por un rato la soledad.
04:35 h de la madrugada.
En la sala contigua, “Payaso feliz” no ha pasado por alto el pequeño detalle de los que parecen ser los dos amantes trágicos de su plan. Pulsando una única tecla ha metido zoom, haciendo que esa pequeña unión sea un primer plano del visionado en directo. En los breves minutos que ha durado esa emisión, su audiencia ha aumentado exponencialmente.
-Eso, eso es lo que quiere la gente -comenta con un gato negro y tuerto que acaba de saltar a su regazo. – Tragedia, espectáculo, dolor, muerte… tal y como me hicieron a mí.
04:40 h de la madrugada
El comisario Rodríguez, pese a la insistencia de todo su equipo de abandonar la zona puesto que está visiblemente desierta, ha decidido quedarse para seguir explorando aquel basto bosque mientras todos se han trasladado al otro lado de la montaña. Su fiel inspector jefe, García, en un acto de lealtad ha decidido quedarse con él.
-Señor Rodríguez, ¿Está usted seguro qué va a encontrar algo en este lugar? -pregunta mientras observa la altitud y densidad de los árboles que le impide ver el manto de las estrellas de aquella cálida noche.
-No me pregunte por qué, García, pero mi corazón me dice que no estamos lejos -responde mientras sigue observando en el localizador de señales wifi y como, según este, se encuentran a escasos kilómetros del punto central de la señal.
-Esos aparatos fallan, ya lo sabe, hace unos instantes, indicaba que no estábamos ni en el radio de proximidad -comenta casi en un susurro el inspector.
-Lo sé, lo sé.
A medida que van avanzando el camino se hace más pronunciado en su inclinación, parece que están llegando a la loma de la montaña.
04: 50 h de la madrugada.
-A ver, está claro que si vosotros dos “podéis ser hermanos” es que no estáis aquí por casualidad, como ninguno, y que de hecho, sí que sois hermanos -comenta Noa, – Y eso, nos lleva otra vez al hecho de que sí que hay un nexo en común entre todos nosotros…
-Sí… a ver, mi padre estuvo casado antes de estar con mi madre, pero si tuvo hijos, no lo sé… -mira a su posible hermana con cara de recelo- ¿Tú qué opinas?
-No sé, la verdad, podría ser… -a la chica parece no importarle la situación en absoluto.
Una de las muchachas que más tiempo había estado callada, morena y con el pelo rizado, la que gritaba al principio, le mira sin poder dar crédito, negando con la cabeza y murmurando: “Ojalá seas la siguiente”. Andrea, cansada del pasotismo de la chica y sintiendo por un lado el firme apretón de manos de Lucas y por el otro el resoplido de Noa, la mira directamente.
-Mira, chica de las pecas, me importa todo una soberana mierda. Somos ocho personas que no queremos morir hoy aquí, así que haz el esfuerzo de buscar en tu cabezota, si es posible que sea tu hermano, porque entonces que vosotros dos tengáis un padre en común podría ser el inicio a nuestro problema. ¿Entiendes? -Escupe todas las palabras sin pensar en las posibles represalias mientras el fornido, que acaba de despertarse y la chica de los rizos, asienten con la cabeza.
04: 55 h de la madrugada
Sala de reuniones de Canal 9.
-¿Pero, cómo es posible que doce, bueno ahora ocho, chicos estén siendo torturados y asesinados y el maldito Gobierno no nos deje informar de los hechos? -Pregunta casi en gritos Mercé que, pese a no tener ni voz ni voto, se ha visto inmersa en los hechos desde el momento en el que ha recibido la llamada.
-Así funciona esto, ellos mandan, nosotros callamos. Es evidente que es un peligro anunciar en antena esto, ya que aumentaría el índice de visionado, pero, al mismo tiempo, las familias, el país y todos los que puedan echar una mano, podrían colaborar, ¿no? -Rosa, la tía de Nando, respira aliviada al ver en la pantalla que su sobrino ha vuelto en sí.
Está convencida de que pueden hacer que las cosas cambien, desde que se ha enterado de la noticia ha estado llamando a todas las cadenas, autonómicas, nacionales y algunas internacionales que ha podido. La rotundidad negativa del estado es tan hermética que algunos se plantean el actuar fuera de la ley.
En algún punto de los montes de Toledo, entre Navahermosa y Orgaz.
-¿Qué hora tiene, García? – pregunta el hombre deteniéndose en una roca haciendo que varios guijarros se precipiten montaña abajo.
-Son menos cinco, señor -responde García.
El comisario saca su tableta y enciende el canal web, los chicos parecen bastante tranquilos, o bien no saben el tiempo que ha pasado, o bien han asumido sus pocas esperanzas de conseguirlo. García se acerca al hombre, apoyándose también en la gran piedra, pero esta vez el peñasco se precipita con ambos hacia delante, por suerte, el inspector puede evitar el verse aplastado, pero la roca cae sobre la pierna del comisario. Ninguno de ellos se ha dado cuenta, pero una gruta se ha abierto paso ante ellos.
Sala contigua
Payaso Feliz está monitorizando las votaciones y comentarios de los televidentes, la mayoría de ellos opina que no es más que un reality show amañado repleto de actores, lo que hace que las visitas a la web no decrezcan, al contrario, cada vez tiene más y más. En cuanto a las votaciones, no hay dos víctimas despuntadas, al contrario, son varios los que compiten por ser torturados y dos los que pelean por morir.
04:57 h de la madrugada.
Todos se miran de reojo, han estado tan volcados en la ya casi absoluta afirmación de que los pecosos son hermanos, que no se han dado cuenta hasta hace unos minutos de que el tiempo ha pasado con rapidez.
Andrea se siente cada vez peor, ahora ya no es Noa la única a la que no quiere ver muerta por nada en absoluto. Es extraño, pero el simple contacto de sus manos unidas, de sus dedos entrelazados con el Lucas, ha conseguido que le coja un cariño demasiado fuerte para el poco tiempo que hace que se conocen. Su respiración entrecortada hace que de nuevo empiece a sentirse mareada, oleadas de calor extremo recorren su cuerpo al tiempo que siente temblores voraces en sus piernas. Un sudor frío nace en su frente mientras apoya su cabeza en la de su amiga, sin soltar la mano de Lucas. “¿Es esto posible?”
05: 00 de la madrugada.
Suena el gong y cree estar a punto de desmayarse cuando la voz habla por sexta vez esa noche. Por quinta para comunicarles lo que nadie quiere oír.
“Lleváis aquí cinco horas, pequeños míos, ¿Sinceramente? Si fuera por mí, todos deberíais estar muertos, ninguno de vosotros merece vivir. Pero yo no soy quien decide…”
Las miradas de los jóvenes decaen al instante y esta vez el clack es casi insonoro para Andrea, la chica pelirroja, la que no había estado colaborando en nada y la más alejada del grupo cae al suelo emitiendo un ruido sordo…
…Y eso es todo lo que puede ver Andrea antes de percibir un pinchazo enorme en el lugar de su herida, corrientes enteras de electricidad recorren su cuerpo, haciéndola temblar de arriba a abajo, trata de mantenerse serena, agarra la mano de Noa y aprieta la de Lucas, tratando de aguantar, pero el dolor va cada vez más allá. Extrañas imágenes de todo el mundo gritando a su al rededor se entremezclan con los momentos más terroríficos de su vida, como en una película con mensajes subliminales, de vez en cuando la imagen estática de un payaso que ríe a carcajadas se cuela entre las escenas. Cae al suelo totalmente llena de pánico, repitiéndose una y otra vez “aguanta, aguanta, aguanta”…

PARTE IV
05:12 h de la madrugada.
“Hace frío. ¿Dónde estoy? Me sudan las manos. Alguien me las está agarrando con fuerza. Noto su calor.”
Andrea está tendida en el suelo, la cabeza de la chica reposa en el regazo de Lucas mientras Noa sostiene las manos inertes de ella con las suyas.
“Me duele la cabeza. ¿Me he dado un golpe? ¡Eh! –ha visto un payaso nuevamente, como un fugaz holograma frente a ella- ¿Qué ha sido eso?”
Su cuerpo se retuerce, habla en voz alta:
-¿Qué ha sido eso?
Pregunta sin dar muestras de consciencia. Los chicos la miran con preocupación. Todos se han dado por vencidos y únicamente esperan su turno, como animales en el matadero.
“¿Ha sido el payaso quien me ha dado el cabezazo? ¿Dónde estoy? ¡Quiero salir, quiero ir a casa”
Cada vez sus convulsiones son más repetidas. A nadie le cabe duda de que en su inconsciencia, está sufriendo algo que ninguno de los que han sido torturados puede recordar con claridad. Y los que no lo han sido, tiemblan de miedo, esperando no ser los siguientes.
En la mente de Lucas solo hay un pensamiento: es por su culpa. No le cabe menor duda, de no haberse acercado a Andrea, no le habría pasado eso. Él es el que siempre ha estado gafado. En cierto modo no le sorprende en absoluto estar en ese lugar, siempre supo que el día que la mala suerte implosionase en el mundo, él estaría en el centro del problema.
“¿Por qué todo está tan oscuro? A penas puedo percibir algunos detalles. Sé que en realidad no estoy aquí. Soy presa de mi propia mente. Siento mi cuerpo en alguna otra parte. Pero no sé dónde.”
05:30h de la madrugada.
García intenta liberar la pierna del comisario con todas sus fuerzas mientras el desesperado hombre gime de dolor y desesperación.
Vamos, Carlos, joder. –ruega el hombre apostado. Normalmente no llama a su inferior por el nombre, pero a la vista está que la rutina esa noche ha quedado de lado.
Carlos limpia las gotas de sudor de su frente con la manga de su camisa y en un último esfuerzo logra que la gran roca ruede dejando libre al hombre. Tiene una buena herida, su espinilla sangra escandalosamente. Entre ambos, con la camiseta del joven inspector jefe, consiguen hacer un torniquete.
El comisario gime. No tiene buena pinta. Nada lo tiene. Ambos se encuentran tirados en el manto de pinocha y hojarasca, con la mirada perdida en los altos pinos, buscan fuerzas donde ya empiezan a escasear.
El hombre mayor se da la vuelta y arrastrándose llega hasta la tableta electrónica. Tiene la pantalla rota pero parece funcionar. Mientras la maneja llena el silencio con sus susurros:
-Por favor, por favor, no mi hija, no mi hija. – repite una y otra vez. Accede al canal web y observa la situación de los de dentro. Busca entre todos.- ¡Ahí está, Carlos, ahí está! ¡Está vivo!
Su voz entremezcla un tono roto y desconsolado con el alivio de saber que no ha perdido todavía a una de las personas que más quiere.
-Señor, Joaquín… -el propio Carlos se corrige, ha entendido que esa noche nadie es superior a nadie y que ambos trabajan codo con codo en una misión casi imposible. Se acerca a él y da algunos golpes consoladores en su hombro- Venga, ¿Crees que puedes seguir adelante?
05:40 horas de la madrugada.
Sede de Canal 9. Valencia.
Mercé acaba de tener una idea. Hace mucho que no sabe de él. Y puede que no consiga contactar con el (por aquel entonces) policía a quien conoció durante el desarrollo del caso de “El Gato”.
Fue un caso difícil: Un hombre que había sido desahuciado junto a sus dos hijos había decidido prender fuego a su casa antes de dejar que la Hacienda Pública se la llevase. Con tan mala pata de que sus hijos llegaran minutos después al lugar de los hechos. El gato familiar maullaba alocado desde el alfeizar de la ventana del primer piso y ninguno de los dos dudó en entrar en la casa para intentar salvarlo. Ambos murieron.
El padre huyó antes de ser atrapado, no sin antes acabar con la vida de otros dos policías y la madre se suicidó días más tarde en la clínica psiquiátrica donde estaba ingresada. Al final, dieron con el cabeza de familia y único superviviente y, tras largos juicios, fue encarcelado.
El chico que Mercé conoce fue compañero de los policías asesinados. Por lo que se va sabiendo (a cuenta gotas) sobre lo que está sucediendo, no es descabellado pensar que su comisaría esté al tanto dada la zona en la que se cree que están secuestrados los chicos.
Tras un par de llamadas consigue el número de teléfono móvil que busca y no tarda en marcar.
05:47h de la madrugada.
El teléfono de Carlos suena. Ni él mismo puede creer que haya cobertura en aquella zona. Descuelga.
-¿Diga?
-¿Ca-os…? Oy Me-é. – no se escucha nada bien. Busca una zona elevada, en busca de mayor recepción de señal. Parece funcionar. La voz repite – ¿Carlos? Soy Mercé. De Valencia. Canal 9. ¿Me recuerdas?
El inspector rasca su nuca, pensativo, mientras el Comisario no le quita la vista de encima al tiempo que improvisa una muleta con una rama.
-¿Mercé? – continúa pensando unos segundos hasta que consigue identificar a la persona que tiene al teléfono. Tiene que deshacerse de ella, no es momento para lo que sea que quiera. – Lo siento no pued…
Carlos, tienes que ayudarme. Mi sobrino… mi sobrino está secuestrado, está con esos chicos ¿Sabes de lo qué hablo? –parece estar realmente alterada, él responde con un escueto “Sí” y ella continúa: – No sabemos qué está pasando. Todas las canales se están haciendo eco de los sucesos pero yo… yo. No puedo dejar de mirar la pantalla…
-Mercé, estamos trabajando en ello. ¿Recuerdas al Comisario Rodríguez? ¿El del caso de “El gato”? Sus hij… su hija está ahí dentro también. Vamos a encontrarlos. –trata de relajarla, aunque sabe que es completamente imposible ¿Quién podría relajarse en una situación así? – Te llamaré cuando sepamos más ¿Está bien?
05:53h de la madrugada.
La emisión en directo acaba de superar el millón de conexiones simultáneas. Andrea comienza a removerse.
Comienza a tener conocimiento de la situación. Sus sensaciones corporales comienzan a ser más claras. Poco a poco va sintiendo el frío del suelo calar en su cuerpo, la presión de las manos de Noa rodeando las suyas y las caricias inconscientes de Lucas. Es extraña la unión que siente hacia ese chico. Es como si en ese momento lo necesitase tanto como a su mejor amiga. Le hace sentirse confusa.
Abre los ojos y tiene que parpadear un par de veces porque la luz le molesta extremadamente.
Noa se lanza a su cuello y la abraza con fuerza.
-Maldita sea, pensé que no te despertarías nunca. –refunfuña entre sollozos convulsos. En ese momento todo le hace sentir incómoda y no entiende por qué.
05:57h de la madrugada.
El inspector Carlos García cuelga el teléfono y es entonces cuando por primera vez se percata de la cavidad que hay frente a sus pies. Es el lugar del que se ha desprendido la roca. Se asoma al lugar, buscando algún indicio.
-Señor… esto… Joaquín… aquí hay algo.
El comisario, renqueante, se acerca hasta su compañero y el geolocalizador comienza a pintar frenéticamente.
-Se lo dije, señor, el trasto ese no funciona. Dos metros de distancia y se vuelve loco… – asegura el inspector.
-Aquí hay algo, Carlos, lo sé.
05:58h de la madrugada.
Noa sigue aferrada a Andrea. Los chicos saben que el tiempo se agota de nuevo. Una vez más han llegado a un callejón sin salida. El silencio, como durante las últimas horas, es el gran protagonista.
Suena el gong. Pero esta vez no hay palabras que le sigan.
El miedo vuelve a estar presente en las miradas de los siete que quedan. Sólo seis.
Mientras tanto…
El comisario y el inspector avanzan por los túneles de la montaña al tiempo que su geolocalizador indica que se acercan cada vez más al lugar de emisión de la señal web.
06:00h de la madrugada.
Hace escasos minutos, el sujeto que se encuentra en la sala contigua al lugar en donde están los chicos ha percibido como uno de sus monitores le indicaba que había intrusos en un nivel superior.
Él mismo había descartado ese túnel por la complejidad de transportar doce cuerpos a través de dos kilómetros enrevesados que no superan el metro y medio de altura.
“¿Cómo co*o lo han encontrado?” se pregunta. Empieza a sentirse realmente nervioso. Con suerte, si se pierden, puedan tomar una ruta equivocada y no encontrarle nunca.
Tal es su estado que se siente incapaz de pronunciar palabra alguna. “Total, esos estúpidos tampoco las merecen”. Pulsa la tecla numérica correspondiente al chico de dentro sin más, cuando el gong también se hace de sonar en su sala.
Mientras tanto…
Andrea escucha el “clack” demasiado cerca de ella, y un peso muerto recae sobre sí misma. La asfixia y oprime. Algo comienza a gotear sobre su cuello. “¿Qué está pasando? ¿Qué está pasando?”.
Entonces el peso que la oprime desaparece, alguien se está llevando el cuerpo inerte de su amiga, de Noa, quien hasta hace escasos segundos la abrazaba fuertemente.
Para ella se detiene el tiempo y la realidad se difumina de forma delirante en su mente. No es consciente si quiera de que está gritando, llorando y forcejeando con dos pares de brazos que la sostienen. Son Nando, el Valenciano, y Jaime, el pecoso. Pasan algunos minutos en los que la ficción de su mente le engaña. No siente que esté ocurriendo nada, tan solo a lo lejos es capaz de ver a su amiga, apilada junto a otros cadáveres.
Y entonces el peso de lo real recae sobre sí misma. Siente las manos que la amarran con fuerza. Las caras sepulcrales del resto de chicos. Ve a Lucas frente a ella. Él dice algo que ella no llega a comprender y entonces le abraza al tiempo que los otros la sueltan.
Los otros cuatro, pues ya son seis, sienten emociones confusas. El terror desaparece con la misma rapidez que ha llegado y es reemplazado por la esperanza. Aquella única emoción capaz de combatir al miedo y que por desgracia solo durará otra hora más.
La escena que acaban de presenciar es tan demencial que ninguno ha caído en la cuenta de que nadie ha sido torturado, ahora ya sus corazones parecen latir a un ritmo más normal y pausado, hasta que de pronto Jaime el pecoso, cae al suelo desplomado, gritando como los anteriores.
Gritando como Andrea lo ha hecho hace una hora exacta. Nuevamente ella se ve incapaz de empatizar con el dolor de nadie. No en ese momento.

PARTE V
06:02h
-Eh, mira… ¡Tío, tío, mira esto!
Mario acaba de encender el ordenador, cientos de sus contactos de Facebook, Twister e Instagram hablan de lo mismo. Le ha dado click al enlace y ha presenciado la horrorosa muerte de Noa. Aun que, claro, él aún no sabe lo que está viendo.
Su compañero de piso y mejor amigo aparece detrás de él con una taza de café humeante en la mano.
-¿Otra miniserie?
Sergio observa la pantalla con el ceño fruncido, mordiendo su labio y con la cabeza ladeada. “Si son actores, son muy buenos” piensa mientras se acerca a la pantalla.
-Dicen que están emitiendo en directo desde hace algunas horas.
-¿En directo?
-Sí, eso ponía.
Ambos son informáticos, Mario tiene un doctorado en programación web. Sergio trabaja para el soporte técnico informático de una gran compañía de telecomunicaciones.
Mario abre su perfil de Facebook y le enseña a su amigo todos los comentarios y las publicaciones que explican al detalle el contenido de aquella supuesta emisión al tiempo que Sergio entra en su twitter y lee las noticias de última hora. La policía está pidiendo desde hace horas a las masas que desconecten la emisión, que no hagan eco de aquella atrocidad. Ambos se miran y producto de la amistad que les une desde el primer año de carrera, no necesitan hablar para que ambos lleguen a la misma conclusión.
Mario toma su portátil y sale disparado hacia la mesa del comedor, Sergio busca el suyo y le acompaña luego de servirle otro café a su compañero. Comienzan a teclear códigos frenéticamente, a toda velocidad.
Ambos son conocidos por algo más que por sus trabajos, y es que si hay alguien completamente capacitado para hackear esa web y detenerla son ellos. O eso creen.
-La dirección IP está completamente encriptada –asegura uno al otro mientras se lleva las manos a la cabeza y frota sus sienes.
-Lo sé, lo estoy viendo. Pero… podemos descifrarla. Nos llevará un buen rato, pero cosas peores hemos hecho.
-Debe de haber cientos de personas intentándolo, demostremos lo que valemos – ya no sólo se trata de un acto heroico, quiere demostrar su proeza, ya casi puede ver los titulares “Informático de Cádiz evita la matanza de los jóvenes secuestrados”. Se regodea en sus propios pensamientos.
06.15h.
Rodríguez y García avanzan en la penumbra de los túneles buscando cualquier indicio que pueda guiarles. Hace unos minutos la tablet que ambos llevaban ha agotado la batería y minutos después ha sido el geo-localizador el que ha dejado de funcionar.
-¡MALDITA SEA!
-Tranquilízate, Joaquín. Vamos a encontrarles con o sin tecnología. Respira, coño.
Al comisario le falta el aire y siente cómo todos sus nervios se crispan por la ansiedad que le produce saber que quizá haya visto por última vez también a su hija. Mentalmente, una y otra vez se repite que debe ser fuerte por ella. Que no puede desmoronarse. Y si no lo ha hecho todavía es precisamente por ello. Cualquiera podría entender que tras ver morir a su hijo habría perdido los estribos, su capacidad para razonar o actuar, y que debería haberse alejado del caso, haber vuelto a casa con su mujer. Pero no, él ni tan si quiera ha realizado una única llamada telefónica a casa. En primer lugar porque el dolor de su mujer sería una de las únicas cosas que podría acabar con su cordura y, segundo, porque cuando la llame las palabras que quiere decirle son: “Tengo a Alma entre mis brazos, cariño, tengo a Alma”.
Los pasadizos cada vez son más angostos y más entresijados. Ahora adelantan caminando agazapados para evitar chocarse contra los tocones de piedra viva que de la parte superior penden.
Carlos, el inspector, encabeza la marcha y luego de algunos minutos más en los que cree que va a morir asfixiado allí abajo, se detiene.
Una tenue luz al fondo capta su atención. Después de Dios sabe cuánto tiempo moviéndose a oscuras aquello es reconfortante. Deben estar siguiendo el camino correcto. También Rodríguez se hace eco de aquella pequeña, pero inequívoca luz.
Sus respiraciones son lo único que rompe el silencio. Casi podría escucharse el latir de sus corazones acelerados.
Llegan hasta el final del túnel pasados algunos minutos más y entonces divisan una gran estancia, parte de la propia gruta, amplia e iluminada por varios focos colocados de forma muy rudimentaria. Se ponen en pie y ambos llevan sus manos a su cinturón, desenfundan sus pistolas y las alzan buscando el lugar por el que deben continuar.
Pero entonces las luces se apagan.
06.15h.
-¿Qué has hecho? ¿Qué has hecho, tío?
-No lo sé, no lo sé. He conseguido descodificarlo y he entrado al ordenador central que están usando. Había cientos de comandos, cientos de órdenes. Todo estaba unido, la web, una página de twitter, las instalaciones, y un montón de pilotitos numerados del uno al doce, algunos apagados, otros encendidos. Pero entonces –golpea con ambas manos en la mesa- Algo me ha expulsado, como si el ordenador se defendiese solo. Y he perdido la conexión.
-¿Has conseguido sacar una frame?
-¿Una captura de pantalla? No, pero puedo conseguirla. Puedo intentarlo…
Mario da un gran sorbo a su café, dando vueltas a todo lo que ha visto sin ser capaz de realmente explicar con detalle nada porque, en realidad, el problema es que no ha entendido nada. Nunca había visto algo similar.
Retira el cabello que cubre su frente hacia atrás y vuelve a sumergirse en su laborioso trabajo. Está nervioso, alterado. Sabe que sea quien sea quien está detrás de todo eso, les ha pillado y va a ser difícil ahora reestablecer la conexión.
No le lleva mucho rato encontrar una frame, una captura de la pantalla, del momento en el que ha podido entrar en la red.
-Mira, lo tengo.
Ambos observan. Cuatro columnas dividen la pantalla negra. En la primera, un montón de comandos digitalizados que se encargan de cámaras, luces, y otros elementos electrónicos, en la siguiente, está la propia web desde la que están emitiendo, donde parece haber cientos de comentarios y encuestas.
-Esas deben de ser las encuestas que se están realizando para torturar o matar… dios, suena surrealista.
¡Lo es, joder, claro que lo es!
En la tercera columna hay doce pilotos numerados del uno al doce, seis en rojo y seis en verde.
-Esos deben ser los chicos…
-Sí, también lo creo.
Y en la última se puede observar un perfil de twitter.
-Mira esto, hay una sesión iniciada: @Payasofeliz.
Sergio abre su twitter y busca la mencionada cuenta. No hay nada desde el viernes a las dos de la madrugada en la que esa misma cuenta lanzó la siguiente pregunta: «¿Y tú a qué le tienes miedo?»
-No hay nada desde el viernes. Un comentario con miles de respuestas, sólo eso.
-¿Crees que puedes hackearle la cuenta? –pregunta Sergio a Mario, mordiéndose el labio inferior con fuerza, casi lastimándose, producto de la presión. – Si nos centramos en invadir por separado cada bloque, quizá sea más fácil.
Mario asiente, da un largo trago a su café, toma aire profundamente, cierra sus manos y cruje sus dedos, al segundo está trabajando en lo que su compañero le ha sugerido.
- 25h.
“¿Quién ha sido? ¿Quién ha sido? ¿QUIÉN HA SIDO?”. El hombre de la habitación anexa ha perdido los nervios. Está realmente alterado. Su sistema entero ha caído por algunos segundos y ha tenido que resetear absolutamente todos los medios para poder expulsar al indeseado huésped que su sistema albergaba.
La emisión por descontado se ha perdido durante los minutos que ha durado aquel accidente y desde su lugar ha conseguido escuchar los gritos de los chicos en la habitación de al lado al apagarse las luces.
Por costumbre, en aquellos minutos de oscuridad sepulcral, ha llevado las yemas de sus dedos a la cicatriz de su rostro, la cual bajo de su ceja forma una pequeña media luna antes de abrirse camino por toda la mitad derecha de su faz. Clavando su uña en la misma, ha conseguido incluso hacer que sangre.
Nadie puede negar que eso no estuviera en sus planes. “¿Cómo fui tan estúpido? TAN ESTÚPIDO, ESTÚPIDO, ESTÚPIDO” Se pone en pie y comienza a patalear a diestro y siniestro haciendo caer su silla, los objetos más pequeños de la mesa y que se tambaleé el gran ordenador que copa casi la totalidad de la pared del fondo de la sala.
Cae desplomado en una de las esquinas y abraza sus rodillas en medio de un ataque de histeria: “Tengo que matarles, tengo que matarles a todos antes de que… TENGO QUE MATARLES”. Durante mucho rato, olvida la hora, olvida el tiempo, olvida su cometido, olvida todo y tan sólo el fuego de su pasado le rodea.
Siente que su piel vuelve a arder, escucha el crepitar de las llamas acabar con su antiguo hogar. Los muebles, las cortinas, la televisión, su cama… ya no queda nada. Escucha los gritos de sus hijos y siente el tormento que sintió cuando supo que no podía hacer nada por ellos. Estira de los lugares en los que aun queda pelo en su cabeza y tiembla de pánico, de angustia y de ira, los remordimientos le acongojan.
- 35h
Vuelve la luz al lugar en el que el comisario y el inspector se encuentran. Al principio les ciega y quema sus retinas por lo que ambos cubren sus ojos instintivamente y tardan algunos segundos en recuperarse.
Cuando el comisario alza la vista a lo lejos ve la continuidad de un pasillo que también parece estar realizado sobre la misma roca y que también está iluminado.
-Vamos, Carlos, por aquí. Vamos.
Con la pistola preparada, el inspector sigue a su jefe sin perder por un segundo su fe en que van a conseguir encontrarles.
06:45h
Sergio ha podido hackear la contraseña de la cuenta de twitter, cosa que le ha reportado pocos datos, pues tal y como ya sabían, no hay más actividad de la que habían visto. Lo único positivo es que ahora saben que todas las veces que esa sesión se ha abierto ha sido desde el barrio de Carabanchel, Madrid.
Mientras él trata de encontrar la dirección exacta del hogar desde donde se ha entrado, Mario salta desde su asiento con los brazos en alto, orgulloso de si mismo.
-¡ESTOY DENTRO DE NUEVO!¡Y AHORA NO VA A PODER DETECTARME! – El chico grita de pura felicidad y orgullo. – He modificado la forma de entrar, únicamente ahora soy un virus indetectable en su red. ¿Recuerdas que fue así como entramos en la página esa de tías? ¡Soy un crack! ¡UN PUTO CRACK, TÍO!
Como un resorte, también Sergio salta de su asiento y se dirige a mirar la pantalla del ordenador de su amigo.
-Centrémonos en los chavales – hace clic sobre la columna que los tiene monitorizados y entonces una ventana emergente se abre. De cada chico nacen ahora tres opciones – Detonar chip… liberar narcóticos y desactivar chip…
-Detonar chip no suena muy bien, tío.
-¿No? ¿De verdad? No me había dado cuenta… – va hasta su ordenador y entra en la emisión web en directo de la sala, coloca el ordenador para que ambos puedan verlo y sintiendo una gran presión nacer en su pecho mira a Mario – ¿Qué hacemos? ¿Desactivamos uno… y si…
Mario no le escucha, directamente pulsa el botón que dice “desactivar chip” para el número 1, primero que parece estar en línea y luego mira a la pantalla. Nada fuera de lo normal sucede.
Sergio está sudando tanto como en su vida debido a la presión a la que se sabe sometido, no se perdonará nunca si en los próximos minutos cualquiera de los chicos allí encerrados cae muerto. Pero no. Eso no sucede.
¡Todos, todos, rápido! – uno por uno van desactivando todos los chips hasta no quedar ninguno. – Ahora tenemos que hacer que parezca que están activados… tu eres el programador web, arréglalo. – Sergio mira a Mario inquisitivamente y este asiente varias veces al tiempo que comienza a teclear. – Cambio la interfaz… cambio los comandos de órdenes… arreglo esto, quito este código…
-¿Es necesario que me lo retrasmitas cual partido de fútbol?
-Es que así me concentro mejor…
06.55h.
El hombre, que todavía sigue tirado en el suelo escucha el pequeño despertador de su reloj de pulsera marcar los últimos cinco minutos del proceso. Tambaleándose se pone en pie y llega hasta su silla rotatoria donde se deja caer con aplomo. Toma aire masajeando su nuca y enciende el monitor. La última encuesta dice que Andrea debe morir y sólo queda Alma por ser torturada.
-Así sea… – su voz es ronca, la típica de aquel que pasa sus días fumando como un carretero y bebiendo hasta perder la noción de todo.
Esta vez no les hará ningún comunicado. No está de ánimo para nada. Cree que es lo mejor, pues intuye que ellos ya han detectado su nerviosismo.
Falta un minuto. La cuenta atrás comienza mientras él mantiene su dedo fijo en el botón virtual que hará sonar el gong. 30 segundos. 20 segundos. 10 segundos. Suena el gong. Pulsa para el número 8, Alma, “liberar narcóticos” y para el número 12, Andra, “detonar chip”. Pasan los minutos… y no sucede nada.






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