Como pompas de jabón habla de soledad, esa soledad que agranda vacíos cuando, al final del camino, se echa la vista hacia atrás y ves que tal vez lo que vas recordando no se ajusta con la verdad, porque, con frecuencia, nuestras vidas tienen un porcentaje más elevado de deseos y fantasía que de realidad.

La acción transcurre en una residencia de ancianos situada en una pequeña ciudad. Es un sábado, día de visitas, y ocho de los residentes, cuatro mujeres y cuatro hombres, se reúnen en la salita de estar, puesto que ellos no esperan a nadie. Ocho personas de lo más heterogéneas, aunque todas guarden secretos y vivan de sus fantasías.

En total aparecen diez personajes:

La protagonista es la Condesa. Nómada callejera que velaba las estrellas por los bancos de los parques y se alimentaba de la caridad de quienes se dignaban a no ignorarla. Mujer ácida, irónica y bastante soñadora, pues dice escuchar una música, que nadie más oye, y está acompañada de una presencia femenina, a la cual nadie más ve, con la que habla con frecuencia.   

De antagonista tenemos a María. Anciana seca, amargada, que no lleva muy bien eso de la alegría ni la tolerancia, Reza muy a menudo con su rosario enredado entre los dedos y piensa que todo es pecado o que todos son viciosos. No oye casi nada sin la ayuda de su audífono, aunque repetidamente se olvida, casual o de forma intencionada, de co locarse el auricular, con la consiguiente mala interpretación de las palabras que se dicen, dando ocasión a equívocos que el resto celebra con buen humor.

Catalina, por su parte, ha sido una cupletista de cierto éxito y tiene una visión de la vida mucho más abierta y desenfadada que el resto de sus compañeros, por lo que usa ropas juveniles y todavía pretende poder sacar lo mejor de su existencia, por lo cual, en diversas ocasiones, da la sensación de estar algo fuera de lugar.

Laura, sin embargo, es la típica mujer mayor: resignada, sacrificada, paciente y bastante inocente, con una visión tradicional del mundo y con un espíritu conformista y poco dado a veleidades. Lo suyo no es la polémica e intenta no discutir y se esfuerza por poner paz siempre que surge alguna discusión.

El más similar a Laura entre el grupo de varones es Gerardo. Hombre trabajador, amante de su familia, comprensivo, poco instruido, pero cargado de esa sabiduría popular que suele tener respuestas para todo y, al igual que ella, intenta con frecuencia mediar en ls pequeños incendios que surgen de aquella relación monótona y estrecha.

Federico es un emigrante español que ha pasado la mayor parte de su vida en las meridionales tierras argentinas y quien, al llegarle la vejez, volvió a la patria de origen para reencontrarse con la mujer que abandonó en su juventud cuando supo que en sus entrañas se gestaba el fruto de sus amores, pero el destino no sabe de deseos y esta reunión resultó totalmente imposible. Es un depredador del amor y un cultivador de la vida alegre y desenfadada, ayudado por su aspecto de hombre atractivo, incluso en su vejez, y por su osadía y desfachatez.      

José es un escritor loado y famoso en otros tiempos pero que ahora se ha quedado prácticamente solo y olvidado. Serio, responsable, coherente y, a pesar de tener todo en su contra, justo y equilibrado, ha sabido encontrar una ecuanimidad que no ha logrado el resto. Su visión es bastante deficiente a causa de un accidente y siempre carga con una lupa con la que poder leer.

Manuel es un hombre perdido en la nebulosa del Alzheimer, cuya única obsesión es la comida. Su vida la iremos conociendo, no por su boca, sino por lo que van dejando ver sobre él el resto de los personajes.

El contrapunto a estas ocho figuras lo pone Teresa, la joven, alegre y bonita directora de la residencia, cuyo papel, sin que ella lo sepa, va a ser el más determinante de la obra.

Estos son los nueve personajes centrales quienes van relatando, a su manera, los pormenores de sus vidas y, a medida que avanza la trama, todo se va complicando con conexiones y relaciones inesperadas que conducen hacia una realidad totalmente distinta de lo que en un principio se vislumbraba. Sin embargo, todavía quedan otros dos protagonistas cuya intervención es bastante trascendental:  

El primero es Ella, la misteriosa presencia que solo ve la Condesa, aunque está a su lado en el escenario, sabemos de ella por las referencias a su persona, tanto en palabra como en actos y evoluciones. Realmente no se deja ver por el público hasta la escena quincuagésima primera, pero ha sido colocada como un personaje más, con sus movimientos, sus gestos, sus sentimientos, aunque sin hablar, para facilitar la labor del personaje de la Condesa y para hacer más comprensible sus acciones.

Y el segundo es la música, compuesta en su totalidad por Ramón Capilla Martínez, un conjunto de catorce piezas de diferente factura y duración que tiene la función, según la Condesa, de descubrir las mentiras que se dicen, pues cuando alguien está inventando una realidad paralela es lo mismo que componer una melodía cuyas notas se van perdiendo en el aire.

La obra está estructurada en dos actos, que a su vez lo hacen en diez temas y un epílogo y éstos en cincuenta y dos escenas.

La intención y el significado de este trabajo creo que es bastante evidente, pero no me corresponde a mí descifrarlo, ya que toda creación, una vez concluida, pertenece a los lectores o, en este caso, a los espectadores, siendo ellos y ellas quienes aporten sus respectivos puntos de vista dando vida a lo que, de la otra manera, sería un nacimiento frustrado.

COMO POMPAS DE JABÓN. Pieza dramática.

Ancrugon (Antonio Cruzans Gonzalvo)

Teatro: Pieza en dos actos con música.

En Tapa blanda

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