En un mundo lleno de colores y sueños, existen criaturas maravillosas que despiertan nuestra imaginación. Entre ellas, los caballos mágicos son los más fascinantes.

Los caballos mágicos no son como los caballos normales. Son seres llenos de luz y magia. Tienen alas brillantes que les permiten volar por el cielo, y una crin que brilla con todos los colores del arco iris. O lucen un largo cuerno en medio de sus frentes y su pelo es de color azul o rosa…

Estos caballos mágicos viven en un lugar especial llamado el Reino de los Sueños. En este reino, todo es posible. Los ríos fluyen con chocolate, las nubes son de algodón de azúcar y las montañas están cubiertas de helado.

Los caballos mágicos son muy amigables y les encanta jugar con los niños. Pueden correr más rápido que el viento, saltar más alto que las nubes y volar más allá del arco iris. Cuando un niño monta un caballo mágico, puede sentir la emoción de volar y la alegría de la libertad.

Pero lo más importante de los caballos mágicos es su corazón bondadoso. Siempre están dispuestos a ayudar a quienes lo necesitan. Usan su magia para curar, para traer alegría y para hacer realidad los sueños.

Así que, la próxima vez que mires al cielo y veas un destello de colores, puede que sea un caballo mágico volando hacia su próxima aventura. Y quién sabe, tal vez un día, tú también podrías unirte a ellos en el maravilloso Reino de los Sueños.

Pero recuerda, la magia siempre está a nuestro alrededor, solo tenemos que creer en ella, así que aquel caballo mágico que tanto deseas conocer puede ser ese de plástico o cartón con el que juegas, o el que vive en alguna granja de tu pueblo, o el que tira de un carrito por los caminos de la montaña. Todo depende de ti.

Ahora veamos algunos ejemplos de poemas que tratan sobre ellos:

PEGASOS, LINDOS PEGASOS… de Antonio Machado

Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera.
........................................................


Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.

En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!

MI UNICORNIO AZUL… de Silvio Rodríguez

Mi unicornio azul ayer se me perdió,
pastando lo deje y desapareció.
cualquier información bien la voy a pagar.
las flores que dejó
no me han querido hablar.
Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
no sé si se me fue,
no sé si extravió,
y yo no tengo más
que un unicornio azul.
si alguien sabe de él,
le ruego información,
cien mil o un millón
yo pagaré.
mi unicornio azul
se me ha perdido ayer,
se fue.
Mi unicornio y yo
hicimos amistad,
un poco con amor,
un poco con verdad.
con su cuerno de añil
pescaba una canción,
saberla compartir
era su vocación.
Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
y puede parecer
acaso una obsesión,
pero no tengo más
que un unicornio azul
y aunque tuviera dos
yo solo quiero aquel.
cualquier información
la pagaré.
mi unicornio azul
se me ha perdido ayer,
se fue.
UNOS CABALLOS… de Jorge Guillén

Pelados, tristemente naturales,
en inmovilidad de largas crines
desgarbadas, sumisos a confines
abalanzados por los herbazales,

unos caballos hay. No dan señales
de asombro, pero van creciendo afines
a la hierba. Ni bridas ni trajines.
Se atienen a su paz: son vegetales.

Tanta acción de un destino acaba en alma.
Velan soñando sombras las pupilas,
y asisten, contribuyen a la calma

de los cielos -si a todo ser cercanos,
al cuadrúpedo ocultos- las tranquilas
orejas. Ahí están: ya sobrehumanos.
EL CABALLO BALANCÍN…de Antonio Cruzans Gonzalvo

Tris tras, tris tras…

Trota alegre en la pradera,
retoza, galopa, trepa
y persigue a una zebra
que dice que es más veloz.

Tris tras, tris tras…

Yo cabalgo en su lomo
y me agarro a sus orejas
y aunque tú no te lo creas
obedece a mi voz.

Tris tras, tris tras.

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